Cuando tengo una emoción difícil (ira, rabia, miedo, culpa) creo que sufro
porque “él me ha hecho o dicho tal cosa” o porque “me ha sucedido eso”. Tendemos a
responsabilizar al mundo externo de lo que sentimos. Sin embargo, el mundo
externo, actúa sólo como un desencadenante, un estímulo que despierta el
dolor escondido en nosotros.
Nuestro mundo emocional no observado por la consciencia guarda
mucho sufrimiento que no ha sido procesado. Los estímulos que provienen de los
demás, del mundo, tocan esas heridas y reaccionamos automáticamente, creyendo
que son esas personas o circunstancias los causantes de nuestro malestar.
“Él me ha hecho …” es el pensamiento con el que nuestra
mente victimista provoca en nosotros el sentimiento doloroso: “Me
han ofendido, me pones nervioso..."
El mundo no nos hace nada. Hace…Suceden cosas…Y nuestra mente
cree que le suceden a ella, que se le hacen cosas: se toma todo personalmente.
Ese pronombre “me” es el que marca la pérdida del poder
en nuestras relaciones.
Igualmente cuando el sentimiento es agradable: “Tú me haces
feliz”. Así surge el apego a lo que creemos nos salva y la dificultad para ser
libres.
Asumir la responsabilidad de nuestra vida , de cada detalle de nuestra vida, es la pieza mágica que nos devuelve a lo real y nos instala en la verdadera paz.
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