Amanecer

Amanecer

jueves, 22 de junio de 2017



VIETNAM





LA BELLEZA DE LO SIMPLE





Desde muy pequeña me sentía profundamente atraída por los paisajes y rostros de Vietnam.Una incomprensible ternura se despertaba en mi al contemplar las expresiones serenas y limpias de sus gentes, las sonrisas tan genuinas de los niños.

La cultura de lo simple y delicado, la atención a los detalles, la conexión con la tierra y la apertura que intuía en sus corazones me invitaban a conocerlos de cerca.

A través de los escritos de Thich Nhat Hanh, uno de los más valiosos inspiradores de mi vida, podía evocar la belleza de los caminos entre los arrozales y la sencillez de la vida de los campesinos. La invitación a acercarme crecía en mí. Me imaginaba paseando por esas sendas inundadas de sol y sintiendo la bondad de la tierra bajo mis pies descalzos.

Hace unas semanas, surgió la oportunidad y, sin pensármelo mucho, me decidí. Me recuerdo saltando por casa como una niña momentos después de reservar mi vuelo. Yo misma estaba sorprendida de verme tan entusiasmada...

Me iba sola. Cada año me reservo unos días de retiro, muchas veces en silencio, para conectar conmigo en la intimidad. Este año me apetecía hacerlo de modo itinerante.
No quería viajar mucho ni ir corriendo para conocerlo todo. Así que decidí repartir mis días allí entre dos regiones principales por las que pasear, sentir, y descansar en profundidad, sin pretensiones turísticas.

La isla de Cat Ba fue mi primer destino. Desde allí, compartiendo barco con un grupo de viajeros como yo, recorrimos el archipiélago de Lan Ha, aproximándonos a la parte menos turística de la Bahía de Halong. Nadar entre esos islotes salvajes, en medio del silencio de la bahía, fue una bella experiencia compartida.

Después de varios días en la isla, enamorada de la belleza de sus gentes, viajé a la región de Mai Chau, un inmenso valle rodeado de montañas poderosas en el que se asientan diversas aldeas. Varias culturas indígenas se reparten en ellas. Compartir sus modos y costumbres, contemplarlos trabajando, escucharlos cantar y observar su profunda conexión con la tierra, con los animales... era un regalo cotidiano para mi alma.

No había nada más importante que ESTO. Nada más trascendente que AQUÍ. La experiencia del presente me era ofrecida como una invitación a cada paso, en cada gesto.Eso me ha regalado este viaje: el aprecio de este instante, el lugar donde la vida me lo está dando todo.

No es necesario ir a Vietnam para vivirlo. La experiencia está aquí, siempre disponible. Pero la vida parecía ofrecérmela esta vez envuelta en estas formas bellas y entrañables que han acariciado mi corazón.

Os dejo estas imágenes como recuerdo e inspiración. La música que acompaña (Metamorfosis) es un tema de Ángel. Jose Manuel se ha encargado de unirla con las fotos que les iba enviando. Espero que os guste.

2 comentarios:

maiteresa, alias mandalita dijo...

GRACIAS.
Gracias por tanta generosidad como belleza al compartir... mucho más que imágenes.
Amada Dora, te siento y a la vez me siento a mí misma y me fundo entre los paisajes, de Vietnam y del alma, mientras los sones del piano acompañan.
No es un viaje en el tiempo.
Es puro presente invitándonos a sentir cada rincón del Ser en cada instante.
Qué gozo tan inmenso poder vivirlo, sin ni tener que sacar billete. Sólo por encender un momento el ordenador para una consulta ¡Y me encuentro con este regalo!
¡Qué maravilla!

Dora Gil dijo...

Gracias, Maite, por expresarlo con tanta belleza y sinceridad.
La alegría aumenta cuando se comparte.
Las emociones del alma son incontenibles,
se viven para ser compartidas y buscan en seguida el modo de extenderse.
Un fuerte abrazo.